Cada 31 de diciembre tengo por costumbre reflexionar sobre mis vivencias del año que termina y desear a amigos, conocidos y desconocidos de bien un feliz año.
En general este no ha sido un gran año para mí, o al menos esa es la sensación que de él tengo ahora. Y es que el 2013 me cae mal, me cae gordo, a ver si el próximo año en vez de caerme gordo me cae “El Gordo”, porque, ¡quién sabe!, ¡todo puede pasar!, cosas más raras he visto en mi vida.
Si me tocase el gordo yo desde luego fliparía, como todos lo hicimos este año con el espeluznante anuncio del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad.
Pero llegados a este punto
prefiero “echar pelillos a la mar” y concentrarme en lo bueno que ha habido.
El
año 2013 comenzó para mí de una manera sencilla y alegre, presenciando
boquiabierta los magníficos fuegos artificiales que una familia lanzaba al cielo
justo enfrente de mi terraza. ¡Qué achispado comienzo, un espectáculo a
domicilio! Hacía poco tiempo que había estrenado casa y barrio (esa ha sido en
parte una de las cosas más gratificantes del 2013); ahora vivo en el extrarradio,
rodeada de campo y de parques que se llenan en verano de familias tomando el
fresco en sillas plegables bajo los árboles frondosos; es un barrio humilde, sin
pretensiones, con mercadillos donde poder comprar frutas y verduras recién
salidas de la tierra a precios muy populares y con salados mercaderes que a una
le alegran el día con sus arrabaleros piropos.
Muy cerca de mi casa se
encuentra el Cementerio de la Almudena, el más grande de toda Europa, por el
que me gusta pasear. Caminar entre sus tumbas me llena de paz, me ayuda a
mantener los pies sobre la tierra al hacerme recordar que todos acabaremos así
tarde o temprano -pobres o ricos, de todas las razas, buenos o malos, queramos
o no queramos-, que no somos tan importantes y que, por tanto, hay que
aprovechar al máximo lo que nos ofrece la vida e intentar dejar un bonito
recuerdo o, si somos capaces, obras de arte o algo valioso que hagan que
nuestra existencia perdure y/o trascienda, ésta es mi principal meta en la
vida.
Al
volver la vista atrás me doy cuenta de que lo mejor de estos doce meses ha sido
lograr objetivos y adquirir nuevas habilidades a base de mucho esfuerzo. Durante
el 2012 empecé a realizar fotografías para conciertos (mi chico es periodista
cultural, él escribe las crónicas y yo las ilustro con mis fotos), pero no ha
sido hasta el 2013 cuando he comenzado a sentirme satisfecha de algunos de mis
trabajos, siempre teniendo en cuenta mis limitaciones: mi humilde conocimiento en
la materia, así como las a menudo malas condiciones que nos imponían para
realizar las fotos, es decir, el acotado tiempo que nos dejaban para poder
capturar un momento revelador (¡había que hacerlo en menos de tres canciones y
a veces sólo en dos!), y las enormes distancias que mi pobrecita cámara y mi enanito
objetivo no pueden alcanzar (los profesionales con los que compartí la
experiencia eran grandes hombretones con dotados y enormes aparatos).
Podéis ver
algunas de estas fotos, en las que se incluyen directos como los de Soleá Morente y Los Evangelistas, Gerardo Núñez, Sílvia Pérez Cruz, Buika, RaimundoAmador, Micky y Los Tonys, Martirio, la segunda sesión del Café y Galletas, los premios de la música independiente UFI, entre otros, aquí: http://www.flickr.com/photos/estrellacheca/collections/72157634894731750/
También
me satisfacen sobremanera las colecciones de joyería creativa que he diseñado
para mi marca Starkefashion. Comencé
el año oscura y un tanto gótica con Rosas y Cruces, dedicada al Romanticismo; después llegó la hawaiana Aloha, colorida, veraniega y cargada de
buenas vibraciones; y por último, al caer el otoño aterrizó cadenciosamente
como una hoja que se desprende de un árbol Dulce bosque salvaje, inspirada en la naturaleza y la dualidad de los bosques y
las personas, la cual se prolongará a lo largo de las estaciones, estad atentos.
Además diseñé la colección De Madrid al Cielo, un encargo muy especial, castizo y cañí, que se expone y vende en la
tienda del Palacio de Cibeles de Madrid, lo que para mí, como gata que soy, supone
un verdadero orgullo, un privilegio, una gran alegría y alborozo.
Además
de todo esto, me divertí de lo lindo convirtiéndome en “Pink Star”, un proyecto
de Freddie B Good en el que se homenajea la estética pin-up.
Por
otro lado, y gracias a la generosidad de una gran amiga, pasé momentos orgásmicos
escuchando jazz en el Café Central, allí vibré con el talento de musicazos como
Perico Sambeat, Javier Colina o el increíblemente divertido Nacho Mastretta. ¡El
jazz patrio está por las nubes!
Al concierto de Perico Sambeat asistí en calidad de fotógrafa y pude constatar que no sólo es un músico virtuosísimo, sino que además es guapísimo, es algo así como el doble español mejorado de Richard Gere, más alto, con los ojos más grandes y sobre todo con mucho más arte y mucho más rollo. No pude evitar caer irremediablemente rendida a sus pies.
Y me
maravillé con uno de los peliculones más grandes que he visto en mi vida, Freaks (La parada de los monstruos, Tod Browning, 1932). Sí, ya sé que
tiene más años que Matusalem, pero me resultó verdaderamente auténtica y de
rabiosa actualidad, es una obra de arte con mayúsculas que ha cambiado mi vida.
No
quiero explayarme con las cosas malas para no caer en el desánimo ni aguaros la
fiesta, pero tanto a nivel personal como a nivel sociopolítico las ha habido y
muchas. Así que hoy 31 de diciembre del año 2013, cuando ya casi son las 23
horas y el año agoniza, me entran las dudas entre darle la mano, mirarle a los
ojos y reconciliarme con él, o darle una patada en el culo y mandarle a la
mierda. Pensándolo bien prefiero el abrazo, ya que este año principalmente ha
sido de siembra y aprendizaje. Me quedo con eso, porque seguramente sin éste
pequeño cabrón, seguiría cometiendo errores que ahora sé que debo corregir, para
sacarle más jugo, sabor y provecho a los frutos de todo mi trabajo y esfuerzo.
Y, además, a los años, como a los hijos, hay que quererlos a todos, ya que constituyen
nuestra vida y porque, en parte, el hecho de que sean malos o no depende de
nosotros mismos.
Siempre
que llegan estas fechas me gusta imaginar que el nuevo año es algo así como un
ente mágico al cual se le pueden pedir deseos; esta vez me gustaría pedir
algunos para vosotros y para todas las personas y seres de bien que habitan
éste y otros posibles mundos paralelos.
¡Seres
del Universo, os deseo un año 2014 lleno de pasión, de ilusión, de arte, de
aprendizaje, de buenos momentos, de buena compañía, de justicia y de libertad!
Muchas
gracias a todos de corazón por leerme, por seguirme, por apoyarme, gracias mil,
que la suerte os acompañe y que las fuerzas no os fallen.
Un beso enorme.