domingo, 4 de diciembre de 2011



Supongo que siempre tuve demasiada imaginación para ser una simple ama de casa. 
Certeza: Conocimiento seguro y evidente de que algo es cierto.
Desde mi adolescencia me sentí muy cercana a ella, por su tristeza y  por su vitalidad. Me gustaba su estilo, su frescura, su sonrisa. Años más tarde tuve la certeza de que ella vivía en mí. Creo que entonces comencé mi proceso de recuperación, me gustaba su imaginación, su sensibilidad, su belleza, pero no quería ser una infeliz porque la vida no es una novela ni una película, en la vida tú eres el director, el actor protagonista, el guionista y el espectador, así que hay que lograr que lo que creas sea coherente, interesante, pero sobre todo equilibrado porque si le pones demasiado brío y desenfreno al guión eres tú también la que sufre las consecuencias.

Norma Jeane era una persona muy especial, para que lo entendáis un poco mejor me gustaría que le echaséis un vistazo a este artículo de El País.

Por mi parte hace tiempo que busco el sentido de la vida, aunque no estoy segura de que en realidad todo tenga que tener un sentido, algunas cosas son y ya está, no hay por qué darles más vueltas. Porque a veces de tanto pensar y darle vueltas a las cosas acaban quedándose resecas y sin sustancia, como aquellos pedazos de filete que tanto odiaba de niña, que se pasaban girando y girando en mi boca hasta que quedaban como un viejo estropajo: áspero y seco.
Esta era para mí  una tortura muy habitual, porque casi todos los días laborables tenía que comerme aquella bazofia, esa carne llena de nervios, aunque tengo que confesaros que mi padre tenía razón: los nervios más que el filete los tenía yo, ¡así estaba de delgadita!
 que parecía la Kate Moss.
Eso sí, con el estilo y la elegancia de Margarita Cansinos, más conocida como  Rita Hayworth, a la que siempre recordaremos por el gran ostión que se llevó en Gilda.
Yo de pequeña solía dar, que no recibir, tortazos de ese calibre ya que era mi manera de responder a las afrentas, me ponía seria, echaba una mirada de odio y mi mano avanzaba hacia la cara del ofendido, (yo era más  tierna que nuestro pan Bimbo de cada día y parecía tan frágil como una bolsa reciclable del Carrefur),
así que la persona en cuestión tardaba más tiempo en recuperarse de la sorpresa de mi reacción que del propio golpe. Normalmente mis víctimas, por llamarlas de alguna manera, solían ser niños

que tenían gachetobrazos
que iban a parar a determinadas partes de mi cuerpo que a ellos parecían resultarles de lo más interesante,

¡malditos gusanos enanos salidorros!...
Y es que el colegio es cosa fina, algo así como una jungla, y luego hablan de la inocencia de los niños.
Ahora que no soy una niña lo veo bien claro, la sociedad en la que vivimos es exactamente igual al colegio, está lleno de abusones, el más fuerte, que en este caso es el que tiene más dinero o más poder, abusa del más débil, del pobre, del trabajador, del inmigrante, en resumen, del más desfavorecido; y es que en el fondo sigue imperando la ley de la selva y la humanidad brilla por su ausencia. En este nuevo mundo cuyo auténtico y único dios es el dinero todo vale con tal de tenerlo a manos llenas, hasta olvidar el amor, la compasión y todos los valores que nos dignifican, y a menor o mayor escala eso es lo que hacen muchas, muchas personas, algunas poderosas y otras no tanto. En este mundo en el que vivimos, al igual que en la escuela, todo el mundo quiere ser igual a la mayoría,
 o sea unos borregos,
y se excluye o se critica al que es o piensa diferente, el miedo manda, el miedo y la cursilería, ya que se da más importancia a las palabras que a los actos, con éstos no se tienen remilgos, pero sin embargo hablar claro está muy mal visto, todos nos hemos vuelto muy susceptibles, todos nos tomamos las cosas como algo personal, no somos libres porque somos prisioneros de nuestros propios miedos.
Tras este largo 
 e incisivo paréntesis
os seguiré hablando de Norma Jeane, o sea en cierto modo de mí.
porque no podréis negarme que salvando las distancias de época, estilo de foto y sobre todo edades, si os fijáis en la cara, en la sonrisa y en la forma del nacimiento del cabello, el parecido es asombroso.
Aunque llegara a ser el mayor icono sexual Norma se sentía débil e insegura, quizá por las carencias  afectivas que sufrió de niña. Si de niño no te dan el afecto necesario, eso se queda clavado a cal y canto y es muy difícil superarlo, suele desembocar en tristeza y en inseguridad. Es extraño cómo ella superó todo eso y pudo llegar  a ofrecernos esa imagen de mujer segura de sí misma, cuando en el fondo se sentía como una niña desvalida.
Según un párrafo del artículo de El País que recomiendo se comenta lo siguiente acerca de su triste final:
 "Si las personas escasamente sensibles e inteligentes tienden a hacer daño a los demás, las personas demasiado sensibles y demasiado inteligentes tienden a hacerse daño a sí mismas", escribe Antonio Tabucchi en el prólogo del libro Fragmentos.

Para el escritor italiano, estos textos inéditos de Marilyn revelan una personalidad "intelectual y artística" que ni los biógrafos podían sospechar. "No solo los poemas, sino también las notas breves y las páginas de sus diarios incluidas en este libro (siempre en una prosa marcadamente elíptica, hipersignificante y, por eso mismo, rayana en el lenguaje sibilino propio de la poesía) constituyen de una manera flagrante una búsqueda y una quête. La búsqueda racional de una intelectual que trata de comprender la realidad que la circunda (qué es este mundo, qué significa) y la quête de una persona que se busca a sí misma en este mundo (quién soy yo, qué sentido tengo...). La imagen que Marilyn ha dejado de sí misma esconde un alma que pocos sospechaban. De gran belleza, es un alma que la psicología barata calificaría de neurótica, como se puede calificar de neurótico a todo el que piensa demasiado, a todo el que ama demasiado, a todo el que siente demasiado".
Un buen día, me dí cuenta de que Marilyn Monroe se había reencarnado en mí, así que tuve que luchar y luchar para poder cambiar su alma y su destino, leí libros y más libros, de psicología, y de autoayuda, ¡sí, no me avergüenza decirlo!, algunos son pésimos o súper yanquis, pero otros no lo son, y rascando rascando se pueden encontrar cosillas interesantes. Todo esto y algunas charlas con profesionales, que por cierto, ¡menudo chollo de curro tenían conmigo!, se lo pasaban fenomenal y encima les pagaba...
pues como bien iba diciendo...
todo esto me ha llevado a encontrar el camino del equilibrio y así he podido darle a a la pobre Norma el estado de felicidad que tanto anhelaba.
Por cierto el sentido de la vida, al menos para mí es el AMOR, sí el que lleva mayúsculas, y con él no me refiero únicamente al amor de pareja, sino al AMOR en general en su pureza más extrema.
 Disfrutemos del amor con Julito catedrales.
Pobre niña, pobre Norma Jeane, ahora quizá no sea tan famosa, ni tenga tantos lujos como en su otra vida, pero ¿a quién le importan los lujos cuando se es feliz?
Creo que llegado a este punto de equilibrio, en el que conseguí reconciliarme conmigo misma y con la vida ella abandonó mi cuerpo, y como muestra fehaciente de ello os diré que...


¡Odio el Chanel Nº5!
Así que no me pongo ni una sóla gota,
ni siquiera para dormir.

 Esto casi se ha acabado pero antes de despedirme me gustaría daros unos consejitos:
No olvidéis nunca que los caballeros las prefieren rubias,
pero se casan con las morenas;
que no hay mal que por bien no venga
ni tampoco que dure mil años;
que dios aprieta pero no ahoga o como digo yo,
que ahoga pero no asfixia;
que el amor empieza por uno mismo;
y que la realidad normalmente supera a la ficción.

¿Realidad o ficción?, ¡qué importa!, si a menudo son dos caras de la misma moneda.

Salud y buenos alimentos físicos e intelectuales para todos.

¡Hasta la próxima!

Besos.


1 comentarios:

Javier Divisa dijo...

Mola esta mix entre realismo mágico y literatura beat, a lo starquefashion. bs

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