domingo, 26 de junio de 2011


Carmen: patrona de los marineros. Nacida en Madrid, capital de España, ciudad sin mar.
Adriana: la que vino del mar. Oriunda de Bolivia, país sin litoral marítimo.
Un montón de gente alrededor de una mesa con pastitas.
Veo llorar a Adriana desconsoladamente; la persona con la que ha compartido la mayor parte del tiempo en estos últimos años ya no está aquí.
"Los suspiros son aire y van al aire, las lágrimas son agua y van al mar, dime mujer, cuando alguien muere, ¿sabes tú adonde va?".
Detrás del cristal miro a la que fue Carmen, mi tía, observo su cuerpecito dentro del brillante ataúd de color negro, me fijo en su placidez, acostumbrada a ver su expresión de contrariedad me da mucho gusto verla así, descansando, ¡¡¡¡por fin!!!!. Reparo en el tono amarillento de su piel, y recuerdo cuando vivía, lucía siempre tan elegante con sus zapatos de tacón, sus faldas de tubo y sus blusas de seda, sus joyas y su pelo peinado en la peluquería. Yo le decía que se parecía a Angela Chaning, no por su maldad, sino por su porte y prestancia.
La actriz que encarnaba a este personaje era Jane Wyman, que entre otras cosas fue la primera esposa del también actor y presidente de Estados Unidos Ronald Reagan.
Increíble pero cierto, a mis treinta y nueve años es la primera vez que veo un muerto así, de cerca. Me resulta muy extraño ver el recipiente sin el contenido, cómo dirían los Astrud le falta el fluido vital. 


Aunque algo diferente, se ve que es ella, sobre todo por su nariz chata con esos redondeados agujeros frontales. Cuando era niña solía pedirle que moviera las aletas, me hacía reír ver esa naricita tan graciosa y peculiar abriendo y cerrando los orificios. Años después un buen día, después de practicar y practicar, conseguí ejecutar aquel magnífico movimiento. Ahora suelo realizarlo habitualmente junto a mi chico, y pasamos muy buenos ratos haciendo esas tonterías, hasta estamos pensando en inventar un lenguaje secreto con movimientos de nariz al estilo Morse, ¿qué pasa es que vosotros no hacéis ese tipo de tontadas con vuestras parejas?, ¿o es que no las contáis?, espero que sea esto último porque si no es así no sabéis lo que os estáis perdiendo...
Mi tía, delgada y estilosa, hacía las delicias de las dependientas de moda cuando entraba en las boutiques, esa era ella, había conseguido ser feliz a pesar de su débil corazón, tenía unos hijos bien posicionados y un marido que la cuidaba y la quería con locura. Hasta que un fatídico día "El Parkinson" se cruzó en su vida y decidió quedarse a vivir con ella, y la fue destrozando poco a poco, hasta dejarla postrada en una cama. Su marido, fiel y amante esposo y Adriana, un angel que llegó desde el Nuevo Mundo para atenderla y darle todo su cariño y amor se ocupaban de ella.
Adriana lleva seis años en España, trabajando y dada de alta en la Seguridad Social y sin embargo aún no tiene sus papeles en regla, a veces me avergüenzo de ser española y de ser europea, somos tan injustos con personas como ella... vienen a cuidar a nuestros ancianos y nosotros se lo pagamos de esa manera. Ella tuvo que emigrar para poder darle a sus hijos una carrera, trabaja de lunes a domingo desempeñando una labor muy importante y valiosa que prácticamente ningún español quiere realizar, y lo que obtiene a cambio son negativas, que hacen que no pueda ir a ver a sus hijos que se gradúan este año y que lleve seis años sin ver a su familia porque no puede regresar a su país, es una tremenda injusticia. Y no quiero ni hablar de las estupideces que escucho acerca de los inmigrantes, que si vienen aquí a quitarnos el trabajo, que si les dan todas las becas y las ayudas, en fin, una verdadera sarta de estupideces.
Conocí a Adriana allí en casa de mi tía. Me ponía muy triste cuando iba a visitarla, pero intentaba disimularlo y hacerla reír, le llevaba pendientes de Starkefashion y se los probaba, y en un espejito le enseñaba lo guapa que estaba, ella se miraba y sonreía y me decía que combinaban muy bien con un collar que tenía, y mandaba a su marido a buscar sus joyas para enseñarme aquel collar y de paso todas las demás alhajas, como una niña a la que le gusta mostrar sus pequeños tesoros.
Es Corpus Christi y no trabajo, llaman por teléfono para decírmelo.
La máquina se paró y su alma voló, ¿quien sabe a dónde?. Ella era católica, supongo que la promesa de cielo debe de ser un gran consuelo cuando la vida se acaba, aunque para ella sólo dejar de sufrir tuvo que ser un regalo maravilloso. Si hubiese nacido bajo una forma diferente a la humana haría tiempo que un alma caritativa hubiese acabado con su larga y esteril agonía.
Yo personalmente, y aunque a algunos de vosotros os pueda resultar obsceno, llevo años deseándole la muerte, y cada vez que iba al hospital y trás la recaida volvía a casa, no podía dejar de pensar en que eso era una locura, en que era absurdo que una persona siguiera viviendo en esas condiciones, sin posibilidad alguna de recuperación ni de mejoría, me sentía muy desanimada y contrariada por su "no muerte", quería que dejara de sufrir y que dejase descansar a mi tío, que con tanta dedicación la ha cuidado todos estos años, los últimos han sido un verdadero infierno.
Adriana bebe tila y llora.
Alguien le dijo que no podía ir a despedirse de la señora Carmen, que sólo podían ir los amigos íntimos y la familia, como si ella fuese una persona ajena, cuando han pasado tanto juntas. No lo puede creer y desesperada llama a la familia para pedirles permiso para acudir a despedirse de su amiga, por supuesto la dicen que será bienvenida. Una vez allí no entiende que nadie cante, que no haya música, ni apenas flores, ni presentes, y menos aún que a las diez todos se vayan a dormir y Carmen se quede allí a solas con la muerte, tan pronto. Aunque no me lo dice sé que le resultan feas y frías nuestras costumbres.
La cojo de la mano y le doy todo mi cariño y mi apoyo, ella me cuenta el último recuerdo que tiene de Carmen, cuando se la llevaban al hospital un par de días antes, Adriana le pidió que le dijera algo antes de irse, entonces Carmen la miró y le dijo: "algo" y las dos rieron cómplices.
Hoy era el entierro. Esta mañana me he arreglado para ir a trabajar y pensando en ella me he puesto un collar que había sido suyo y que me regaló hace unos pocos años; para homenajearla, para recordarla, para tenerla cerca de mi corazón.
¡¡¡Seguirás viviendo siempre mientras te recordemos!!!
Muerte, cuando vengas a buscarme procuraré recibirte con los brazos abiertos.
Pero recuerda que soy española, y aquí tenemos por costumbre llegar siempre tarde a las citas, aquí lo verdaderamente  inapropiado es llegar antes de tiempo, tenlo en cuenta no me vayas a pillar con algún asunto importante entre manos y me cabree y te mande a tomar viento fresco.
¡¡Avisada quedas!!
Besos.

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